¡Arriba los corazones!

"Sed tengo", "Sitio" en latín, es una de las siete palabra de Jesús en la Cruz. Es Su disponibilidad que convoca a la nuestra, invitándonos al “sacrificio de la alegría”: a “hacer de tripas corazón”, para mirarlo a Él.

¡Arriba los corazones! es una frase de aliento que nos remite al "Elevemos el corazón" de la Misa, que nos dispone para el sacrificio, dejando que Él nos dirija.

sábado, marzo 18, 2006

"Jesús, José y María entrecasa" encabezan este soñado Blog




La Sagrada Familia del pajarito
Bartolomé Esteban Murillo, 1650
Museo del Prado

El 19 de marzo, fiesta de San José, esposo de la Virgen que -por caer en domingo- se celebra mañana, comienzo la publicación de este blog, que pensé el sábado pasado: para escribir sobre la Iglesia, Jesús, María y José y todos los santos, y acerca de todo lo que ellos nos enseñan. Y también sobre mi país, el Uruguay, y su gente.

Relaciono estos dos grandes temas en la perspectiva de
Memoria e Identidad, uno de los últimos libros del gran Juan Pablo II.

El
Uruguay es un país con originalidades, que Emir Rodrí­guez Monegal resumió en buena parte, hace unos cuarenta años, en un artículo inédito que subí aquí, cuando noté que ya no está en su sitio original (donde se puede consultar excelente material sobre Rodríguez Monegal). Agregaría que, quizás por la necesidad de defender la fe, hubo santos obispos, comenzando por Jacinto Vera, que marcaron una luminosa huella, y la intelectualidad católica, congregada en el influyente Club Católico, fue activa y brillante, con preponderante participación de los laicos (en esta conferencia del P. Horacio Bojorge, S.J., sobre H. Terra Arocena, se puede consultar, hacia el final, el párrafo titulado: "Breve disgresión sobre nuestros teólogos laicos"). También fue notable el apostolado del clero y de los religiosos, que llegaban sin cesar de Europa.

Las estadísticas variaron con los años, y también la óptica de la época, pero se mantienen la historia y el talante, que son determinantes

Personalmente encuentro que la influencia británica es mayor de lo que pensaba Rodrí­guez Monegal. Y quizás sea la sangre "charrúa" (quizás sería más exacto decir "indígena", o más precisamente guaraní) que el artiguismo potenció, sin dejar de ser católico, sino como expresión de la libertad compartida, que promueve el Papa Benedicto XVI, la que aumenta esa familiaridad, inculcándonos un cierto conservadurismo de izquierda, similar en su tenacidad al que los británicos ejercen en sus vías de tránsito, que se manifiesta también en una marcada sobriedad.

Esto es para empezar, y como hay tanto para decir, trataré de ser asidua en mis aportes, y me sentiré feliz si encuentro lectores.



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