Así sucede con estas "Golondrinas Yucatecas". El sonido de México nos lleva con la mayor naturalidad a las alturas. Y así podemos extraer de esta canción un sentido, podemos llegar a decir, "sobrenatural", por verdadero.
Como explica Juan Zorrilla de San Martín en "EL SERMON DE LA PAZ", en los sueños de la juventud, que las golondrinas representan con sus vuelos en esta canción, como patrimonio del alma joven, hay más de lo que parece:
"... No es otro el objeto, si bien se mira, y si alguno tienen, de las bellas cosas visibles que no nos despiertan sensuales apetitos; el conducirnos al goce de las invisibles que alimentan de vuelos el alma humana.
Esta, a diferencia de la del bruto con sus cinco sentidos corporales, cuenta con una especie de sexto sentido, el estético, la vista de lo recóndito, el oído de lo inaudito, por cuyo mayor o menor desarrollo se mide, me parece, el grado de perfección de un organismo inteligente.
Ese sentido se encuentra, no muy desarrollado, pero sí muy puro, en el niño, porque ciertos deseos no han despertado en él. La persistencia de la niñez en la vida es el poeta, el artista, cuyas obras tienen por objeto el darlo a aquella nobilísima facultad; despertarla si está latente, estimularla o desarrollarla si ha aparecido.
Ella es lo intermedio entro lo solo espiritual y lo solo material; vigoriza, aun en el orden sensible, la diferencia entre el hombre y el bruto. El hombre es el solo animal que tiene necesidad de lo superfluo, que no ha de confundirse con lo frívolo.
Por ahí podría llegar, si no me equivoco, al verdadero objeto moral del arte, que bien puede ser, entre otros, el de atenuar nuestros apetitos groseros, con la revelación de otros deleites, capaces de hacer más amable la vida; el de hacernos advertir las golondrinas que salen de las torres, hasta presentarnos como insignificantes las torres mismas, por altas que sean; el de impedir que el niño que muere paulatinamente en el hombre se muera del todo antes que nosotros".
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